Los chorlitos
colgaban de las ramas de los árboles, pero bien abrigados no sentíamos el frío.
Subí por el
sendero que lleva a la parte de arriba de las Chorreras y después al Ocejón
para tomar algunas fotos. El viento soplaba por las alturas y movía las nubes
que eran de todas las tonalidades; incluso dejaban pasar los rayos del sol
algunos instantes, haciendo relucir la nieve de la ladera.
Al ascender, las vistas cambian por la perspectiva y uno
se da cuenta de las distancias y del relieve.
Después bajé
"a trochamonte" para seguir por la senda habitual.
El camino no
estaba nada mal para andarlo. Este año ha llovido poco y, entre lo que chupaba la
tierra y lo que escurría por la pendiente, no había mucho barro que siempre empeora la
marcha.
No dejaba de
nevar, aunque no molestaba, y así llegamos a las Chorreras. Ese día pudimos
verlas a través de las ramas del nogal pelado que hay un poco antes de llegar a
su pie.
Continuará...
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