En agosto, cuando los trigos ya sólo son cortos tallos en la
tierra hincados, aún podemos encontrar flores tan bellas como ésta de cardo. Aprovecha
el devenir de los insectos en los últimos días del estío. Luego septiembre trae
más fresco y menos sol, pese al “veranillo de san Miguel” que nunca llega a ser
ni largo, ni demasiado caluroso.
Los días se acortan sensiblemente según van pasando y nos
acercan a la rutina que rompimos hace algunos meses con el estallido de la
primavera y que el verano nos hizo casi olvidar.
Pero no nos veamos abocados al aburrimiento y a la tristeza,
muy al contrario, el otoño es una estación preciosa, con un encanto especial y
que requiere estar atento a la
Naturaleza porque los cambios que se producen son muy rápidos.
Disfrutad de este tiempo que llega.
1 comentario:
Hola Alberto. Esta foto es preciosa. A mi me representa que en los incendios que hay, siempre queda alguna ramita o flor que es fuerte.
Que sigas haciendo estas fotos tan buenas.
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