Pasear por la Gran Place de Bruselas es siempre agradable. Nadie tiene prisa, nadie molesta, nadie es de allí y nadie es extranjero. Da igual.
Te sientes pequeño entre edificios no muy altos, excepto el ayuntamiento con su imponente torre, y a la vez tienes la sensación de estar solo, de disfrutarlo todo en exclusiva.
Será la grandeza de la Historia...
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