Buena educación, sí, de perro y de dueño.
Muchas veces encontramos perros en los caminos por el monte. Perros alegres, juguetones, que disfrutan del lugar con sus idas y venidas, que van "a lo suyo". Y en esa misma onda parecen estar sus dueños sin caer en la cuenta de que no a todo el mundo le gustan; que a veces hay gente a las que les da miedo y no saben reaccionar cuando se encuentran con uno, más si es un camino angosto por el que el can pasa sin dificultad, pero que a la persona le cuesta más o hay más gente y, por tanto, menos espacio.
Poco cuesta, creo yo, llevar convenientemente sujetos a los animales, más cuando no han sido educados lo suficientemente bien como para obedecer al dueño sólo con su voz.
La primera foto está hecha en el camino de Preikestolen, Noruega. Como se ve, este joven era consecuente con el peligro que podía suponer dejar suelto a su amigo con tanta gente como había por un camino nada fácil y en esta postura me dejó fotografiarlos cuando se volvieron a esperar al resto de su grupo.
La segunda corresponde a un perro lazarillo. También volviendo de la roca, guiaba a su dueña por aquellos pedruscos.
Valentía de esa ciega joven y valía del animal al que nada importan las condiciones o el lugar:
su fidelidad es lo primero.
Poco cuesta, creo yo, llevar convenientemente sujetos a los animales, más cuando no han sido educados lo suficientemente bien como para obedecer al dueño sólo con su voz.
La primera foto está hecha en el camino de Preikestolen, Noruega. Como se ve, este joven era consecuente con el peligro que podía suponer dejar suelto a su amigo con tanta gente como había por un camino nada fácil y en esta postura me dejó fotografiarlos cuando se volvieron a esperar al resto de su grupo.
La segunda corresponde a un perro lazarillo. También volviendo de la roca, guiaba a su dueña por aquellos pedruscos.
Valentía de esa ciega joven y valía del animal al que nada importan las condiciones o el lugar:
su fidelidad es lo primero.
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